Qué evitar decirle a un niño en momentos difíciles

En el día a día de la crianza, todos los padres enfrentan momentos de tensión: una rabieta en público, una caída, un llanto desconsolado, una negativa persistente. En esas situaciones, es común que surjan frases automáticas, aprendidas o dichas desde el cansancio. Sin embargo, algunas de esas expresiones pueden tener un impacto emocional negativo en los niños, especialmente si se repiten con frecuencia o en situaciones sensibles.

Saber qué evitar decirle a un niño cuando está en crisis es clave para fortalecer el vínculo, promover la autorregulación emocional y enseñar desde la empatía. Este artículo te ofrece una guía clara para cuidar tus palabras en momentos difíciles, y propone alternativas que ayudan a acompañar sin herir.

El poder de las palabras en la infancia

Las palabras no son solo sonidos. Para los niños, lo que dicen los adultos —especialmente sus figuras de apego— tiene un peso emocional enorme. Una frase puede calmar o herir, motivar o avergonzar, acercar o distanciar.

Por qué importa tanto lo que decimos

  • Los niños construyen su autoimagen a partir del reflejo que reciben de los adultos
  • Las palabras se convierten en creencias internas: “soy tonto”, “molesto”, “no valgo”
  • En momentos de vulnerabilidad, el niño está más abierto y sensible
  • Una frase hiriente puede dejar marcas que duran años
  • La forma en que se nombra la emoción enseña cómo gestionarla

Frases comunes que conviene evitar (y por qué)

1. “No llores”

Aunque parezca una frase de consuelo, en realidad invalida la emoción del niño. El llanto es una forma natural y necesaria de expresión. Al decir “no llores”, se transmite el mensaje de que expresar tristeza o frustración está mal.

Alternativa: “Está bien llorar. Estoy aquí contigo.”

2. “Eso no es para tanto”

Lo que para el adulto puede parecer menor, para el niño puede ser importante. Minimizar lo que siente genera desconexión y lo hace sentir incomprendido.

Alternativa: “Entiendo que esto te molesta mucho. ¿Quieres contarme más?”

3. “Si sigues así, te voy a dejar solo”

Amenazar con el abandono genera miedo, inseguridad y afecta el apego. En momentos de crisis, el niño necesita presencia, no aislamiento.

Alternativa: “Sé que estás enojado. Vamos a calmarnos juntos.”

4. “Eres un mal niño”

Etiquetar al niño por su conducta es peligroso. Él no es su comportamiento. Decir esto afecta su autoestima y puede llevar a que repita lo que cree que es.

Alternativa: “No me gustó lo que hiciste, pero te sigo queriendo igual.”

5. “Los niños grandes no se comportan así”

Comparar o usar la edad como forma de presión puede generar vergüenza o confusión. Cada niño tiene su ritmo emocional.

Alternativa: “Entiendo que estás aprendiendo a manejar tus emociones. Estoy aquí para ayudarte.”

6. “Mira a tu hermano, él no hace eso”

Las comparaciones entre hermanos o con otros niños dañan la relación fraterna y crean una sensación de competencia por el amor y la aprobación.

Alternativa: “Quiero que te concentres en lo que tú necesitas ahora, no en lo que hacen los demás.”

7. “Me estás haciendo quedar mal”

Este tipo de frases pone sobre el niño la carga de la imagen del adulto. El mensaje que recibe es: “mi valor depende de tu comportamiento”.

Alternativa: “Sé que este momento es difícil. Vamos a resolverlo juntos, aunque estemos fuera de casa.”

8. “Si no haces esto, no te quiero más”

Aunque dicha en tono de broma o sin intención, esta amenaza toca directamente la necesidad más básica del niño: sentirse amado incondicionalmente. Es una frase muy destructiva.

Alternativa: “Aunque no estés de acuerdo, igual te amo. Pero esto sí hay que hacerlo.”

9. “Eres un exagerado / dramático”

Cuando se dice esto, el mensaje implícito es que sentir con intensidad está mal. Esto dificulta que el niño aprenda a reconocer y manejar sus emociones.

Alternativa: “Veo que esto te impactó mucho. Cuéntame cómo lo estás sintiendo.”

10. “Apúrate, siempre estás lento”

Las críticas constantes al ritmo del niño pueden generar ansiedad y sensación de ineficacia. Es mejor trabajar la organización que atacar su forma de hacer las cosas.

Alternativa: “¿Cómo puedo ayudarte para que estemos listos a tiempo?”

Cómo regular nuestras palabras cuando estamos en tensión

1. Haz una pausa antes de responder

Respirar hondo unos segundos puede evitar una frase hiriente. No necesitas responder inmediatamente. A veces, un silencio breve es más respetuoso que una reacción automática.

2. Observa tus propios estados emocionales

Pregúntate: ¿estoy reaccionando desde el enojo, el miedo o el cansancio? Ponerle nombre a lo que sentimos también nos ayuda a modelar lo que queremos enseñar.

3. No busques controlar la emoción, sino acompañarla

El objetivo no es calmar al niño “rápido” para que deje de incomodar, sino acompañarlo a transitar su emoción de forma segura.

4. Repara si dijiste algo que no querías

Pedir perdón enseña humildad, respeto y capacidad de reparar. Un “lo siento, no debí decir eso, estaba muy cansado” tiene un valor inmenso para el vínculo.

La importancia del lenguaje positivo

Utilizar un lenguaje que reconozca, acompañe y guíe es una herramienta poderosa de crianza.

Frases que fortalecen

  • “Estoy aquí contigo, incluso cuando estás molesto.”
  • “Lo que sientes es importante para mí.”
  • “Podemos encontrar otra forma de resolver esto.”
  • “Te quiero tal como eres.”
  • “Vamos a respirar juntos y pensar qué hacer.”

Conclusión: palabras que construyen

Los momentos difíciles son inevitables en la crianza. Pero también son una oportunidad para enseñar, conectar y sanar. Las palabras que elegimos pueden marcar la diferencia entre una herida y un aprendizaje.

No se trata de ser perfectos ni de nunca equivocarnos. Se trata de ser conscientes, presentes y dispuestos a mejorar. Porque al final del día, lo que más queda en el corazón de un niño no es si obedeció o no, sino cómo fue tratado cuando más lo necesitaba.

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