Por qué elogiar de la forma correcta marca la diferencia en la infancia

Elogiar a los niños parece, a simple vista, una acción positiva y natural. Después de todo, ¿quién no quiere reforzar lo que su hijo hace bien y motivarlo a seguir adelante? Sin embargo, no todos los elogios tienen el mismo efecto. Mientras algunos fortalecen la autoestima y la motivación, otros pueden generar dependencia, presión o incluso bloquear el aprendizaje.

En este artículo, exploramos cómo elogiar de forma consciente, respetuosa y efectiva, para que el reconocimiento se convierta en una herramienta de crecimiento real durante la infancia.

¿Qué es un elogio efectivo?

Un elogio efectivo es aquel que valora el esfuerzo, reconoce el proceso y es genuino. Va más allá del “muy bien” automático y tiene como objetivo acompañar el desarrollo emocional del niño, sin condicionarlo.

Características de un elogio que potencia

  • Es específico
  • Se enfoca en el proceso, no solo en el resultado
  • Es verdadero y sincero
  • Refuerza la autonomía y no la dependencia
  • Invita a la reflexión, no a la complacencia

¿Por qué elogiar bien marca la diferencia?

Los niños están en pleno proceso de construcción de su identidad. La forma en que los adultos les devuelven lo que hacen —con palabras, gestos o miradas— influye directamente en cómo se ven a sí mismos, cómo enfrentan desafíos y cómo se sienten respecto a sus logros.

Beneficios de elogiar correctamente

  • Fortalece la autoestima real (no inflada)
  • Motiva desde la curiosidad y no desde la aprobación externa
  • Refuerza comportamientos positivos sin imponerlos
  • Ayuda a construir autonomía emocional
  • Fomenta la autoevaluación en lugar de la comparación

Riesgos de elogiar “mal”

Aunque hechos con buena intención, algunos elogios pueden tener efectos contraproducentes cuando son exagerados, constantes o enfocados solo en el resultado.

Tipos de elogios que pueden dañar

1. Elogio genérico

Decir “muy bien” o “eres el mejor” sin contexto puede volverse una fórmula vacía que pierde valor con el tiempo.

2. Elogio condicionado

Frases como “te quiero porque hiciste esto bien” asocian el amor con el rendimiento. El niño puede sentir que solo vale si cumple ciertas expectativas.

3. Elogio comparativo

“Dibujas mejor que tu hermano” o “eres más obediente que tus amigos” generan competencia y envidia, no motivación sana.

4. Elogio que presiona

“Sabía que tú podías hacerlo perfecto” puede generar miedo al fracaso y necesidad de mantener un estándar difícil de sostener.

Cómo elogiar de forma saludable

1. Describe lo que ves

En lugar de evaluar, observa y nombra. Esto permite que el niño sea consciente de sus propios logros sin necesidad de buscar validación externa.

Ejemplo:
“Veí que usaste muchos colores distintos en tu dibujo. Pensaste en cada parte con mucho detalle.”

2. Valora el esfuerzo, no solo el resultado

Reconocer el proceso ayuda al niño a disfrutar del aprendizaje, no solo del éxito.

Ejemplo:
“Te costó al principio, pero no te rendiste y eso te ayudó a terminarlo.”

3. Haz preguntas que inviten a reflexionar

En lugar de decir “qué lindo”, prueba con:

  • “¿Qué parte te gustó más de lo que hiciste?”
  • “¿Qué aprendiste al hacer esto?”
  • “¿Qué harías diferente la próxima vez?”

4. Sé sincero

Los niños perciben cuándo un elogio es exagerado o no corresponde con la realidad. La sinceridad refuerza la confianza mutua.

Consejo: No elogies por elogiar. A veces basta con una mirada, una sonrisa o un “gracias”.

5. Refuerza valores, no solo acciones

Puedes elogiar no solo lo que hizo, sino cómo lo hizo.

Ejemplos:

  • “Fuiste muy amable al esperar tu turno.”
  • “Qué generoso al compartir sin que nadie te lo pidiera.”
  • “Mostraste mucha empatía cuando tu amiga estaba triste.”

El elogio como herramienta educativa

Elogiar bien es también una forma de educar emocionalmente. A través del elogio, mostramos qué comportamientos son valiosos, cómo se construye el esfuerzo y qué significa tener conciencia de uno mismo.

Diferencia entre motivar y manipular

Elogiar no debe ser usado como una forma de control. Si el niño se siente obligado a actuar “para que lo elogien”, pierde el sentido de actuar por convicción.

Motivar es decir:
“Confío en ti. Veo cómo creces cada día.”

Manipular es decir:
“Si no haces esto bien, me voy a enojar.”

Qué hacer en lugar de elogiar en exceso

Usa la observación neutral

“Colocaste cada pieza con cuidado y pensaste en cómo iban juntas.”

Refuerza la autonomía

“¿Viste lo que lograste? Debes sentirte orgulloso.”

Ofrece tu presencia

A veces, solo estar cerca, mirar con atención y compartir el momento vale más que mil palabras.

Elogios según la etapa del desarrollo

Niños de 2 a 4 años

  • Necesitan reconocimiento inmediato
  • Usan mucho la expresión emocional del adulto como guía
  • Se benefician de frases simples: “¡Lo lograste!”, “¡Qué esfuerzo!”

Niños de 5 a 7 años

  • Pueden empezar a reflexionar sobre su desempeño
  • Es buen momento para introducir preguntas abiertas
  • Agradecen la especificidad: “Noté que ayudaste sin que te lo pidiera”

Mayores de 8 años

  • Necesitan reforzar su juicio interno
  • Puedes fomentar la autoevaluación y el diálogo
  • Valoran el reconocimiento auténtico y la confianza

Conclusión: elogiar para construir, no para controlar

El elogio bien utilizado es una herramienta poderosa para educar, motivar y fortalecer vínculos. No se trata de llenar al niño de frases hechas, sino de mirarlo con atención, reconocer sus logros reales y acompañarlo en su crecimiento.

Cuando los elogios vienen desde el respeto, la presencia y el amor incondicional, no solo refuerzan una conducta: refuerzan la conexión. Y esa conexión es el verdadero cimiento de una infancia sana y feliz.

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