Cómo afrontar miedos y pesadillas en la infancia

El miedo es una emoción básica, natural y necesaria. Desde los primeros años de vida, los niños experimentan distintos tipos de temores: a la oscuridad, a los monstruos, a quedarse solos, a los ruidos fuertes, entre muchos otros. A medida que crecen, estos miedos evolucionan, y si bien algunos desaparecen por sí solos, otros pueden intensificarse, sobre todo si no se abordan con empatía y comprensión.

Las pesadillas, por su parte, forman parte del desarrollo emocional infantil. Pueden ser manifestaciones de tensiones vividas durante el día, temores inconscientes o simplemente parte del proceso madurativo del cerebro. Cuando no se comprenden o se minimizan, pueden generar ansiedad, alteraciones del sueño y dificultades para conciliar el descanso reparador.

Acompañar a los niños en sus miedos y pesadillas no es resolverlos de inmediato ni negarlos, sino ofrecer presencia, contención y herramientas para que puedan atravesarlos sintiéndose seguros y comprendidos.

¿Por qué los niños tienen miedo?

Los miedos infantiles surgen como respuesta de protección ante estímulos que el niño aún no comprende completamente. Al no tener la misma capacidad lógica que un adulto, su imaginación y percepción pueden hacer que situaciones cotidianas se interpreten como peligrosas.

Miedos comunes según la edad:

  • 0 a 2 años: ruidos fuertes, separación de los padres, extraños
  • 2 a 4 años: oscuridad, monstruos, animales grandes, quedarse solos
  • 5 a 7 años: fantasmas, robos, incendios, enfermedades
  • 8 años en adelante: rendimiento escolar, relaciones sociales, pérdida de seres queridos

¿Qué son las pesadillas y por qué ocurren?

Las pesadillas son sueños angustiantes que despiertan al niño y lo dejan alterado emocionalmente. A diferencia del terror nocturno (que suele ocurrir en fases más profundas del sueño y el niño no recuerda), en las pesadillas el niño sí puede contar lo que soñó y necesita consuelo.

Posibles causas:

  • Estrés, cambios o tensiones emocionales
  • Exposición a contenido violento o confuso (películas, juegos, noticias)
  • Enfermedades o fiebre
  • Imaginación muy activa
  • Experiencias recientes difíciles o no procesadas

Cómo actuar ante los miedos de los niños

1. Validar sus emociones

Frases como “no pasa nada”, “eso no existe” o “no seas miedoso” pueden invalidar la experiencia del niño y aumentar su angustia.

Alternativa respetuosa:
“Entiendo que eso te asuste. Estoy aquí contigo, no estás solo.”

2. Escuchar sin juzgar

Permite que el niño cuente lo que siente, lo que imagina y cómo vive ese miedo. Cuanto más lo exprese, menos lo dominará.

3. Nombrar el miedo

Ponerle nombre a la emoción ayuda a disminuir su intensidad y a darle forma.

Ejemplo:
“Parece que sientes miedo a que haya un monstruo en tu cuarto. ¿Qué te hace pensar eso?”

4. Ofrecer presencia física y emocional

Muchas veces, lo que calma al niño no es la explicación lógica, sino el contacto físico, un abrazo, una mano que lo acompaña, una voz que lo tranquiliza.

5. Acompañar, pero no reforzar la fantasía

No es necesario “luchar contra monstruos” cada noche, ya que puede reforzar la idea de que sí existen. Se puede ofrecer apoyo sin entrar en el juego de forma literal.

Frase útil:
“No hay monstruos, pero puedo quedarme un ratito contigo hasta que te sientas mejor.”

Cómo acompañar después de una pesadilla

1. Acudir rápidamente si el niño llama

Responder con calma, sin minimizar ni asustarse más de lo necesario.

2. Permitir que cuente el sueño

Escuchar lo que soñó ayuda a que lo saque de su mente. Si no quiere hablar, está bien también. Solo estar ahí ya es reparador.

3. Reafirmar la seguridad

“Estás a salvo. Fue solo un sueño. Ahora estás aquí, conmigo, y todo está bien.”

4. Hacer respiraciones juntos

Respirar lentamente y contar juntos puede ayudar a bajar la intensidad emocional.

5. Usar una luz tenue si es necesario

Una pequeña luz nocturna puede dar seguridad sin interrumpir el sueño.

Prevención: cómo reducir los miedos y pesadillas

1. Cuidar lo que ven y escuchan

Evitar contenidos violentos, noticias impactantes o videojuegos inapropiados para su edad. Aunque digan que “no les afecta”, su mente absorbe mucho más de lo que expresan.

2. Mantener rutinas de sueño tranquilas

Cenar ligero, evitar pantallas antes de dormir, contar un cuento, tener una rutina fija que anticipe la hora de ir a la cama.

3. Crear un ambiente seguro y relajante

Un dormitorio ordenado, con objetos que den seguridad (un peluche, una mantita, una foto familiar) puede hacer la diferencia.

4. Incluir cuentos o juegos que hablen de los miedos

Existen libros infantiles que abordan los miedos con humor y ternura. También pueden inventar juntos personajes valientes o jugar a representar situaciones con títeres.

5. Trabajar recursos de afrontamiento

  • “El frasco del valor”: escribir frases o dibujos que le recuerden al niño que es fuerte.
  • “El escudo imaginario”: enseñarle a imaginar una burbuja protectora cuando sienta miedo.
  • “Respiración mágica”: un recurso para calmarse en cualquier momento.

¿Cuándo consultar a un especialista?

Los miedos y pesadillas son normales, pero en algunos casos puede ser útil contar con ayuda profesional:

  • Si interfieren constantemente con la rutina diaria
  • Si provocan mucha ansiedad o angustia
  • Si se acompañan de regresiones (mojar la cama, morderse las uñas, etc.)
  • Si persisten de forma intensa durante meses
  • Si hay experiencias traumáticas recientes

Conclusión: el miedo no se combate, se acompaña

Criar con respeto implica reconocer el mundo emocional del niño como legítimo y valioso. El miedo no es una debilidad, sino una señal que merece atención y acompañamiento.

Estar presentes cuando los miedos aparecen, sostener sin ridiculizar, y ofrecer herramientas sin apuro es sembrar confianza. Porque cada vez que el niño se siente visto y contenido, su cerebro aprende que puede atravesar las emociones difíciles sin quedar atrapado en ellas.

Y ese aprendizaje —más que el sueño perfecto o la noche sin sobresaltos— será su verdadero refugio cuando crezca.

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