Criar hijos implica acompañar, cuidar y también guiar. Pero en ese proceso, muchas veces surge la duda: ¿cuándo es el momento adecuado para que los niños empiecen a tomar decisiones por sí mismos? ¿Hasta qué punto conviene dejar que elijan? ¿Qué tan importante es permitirles decidir?
Permitir que los niños tomen decisiones desde temprana edad no solo es posible, sino también necesario. La toma de decisiones es una habilidad que se desarrolla con la práctica, y cuanto antes empiecen a ejercitarla, más herramientas tendrán para enfrentar la vida con seguridad, autonomía y responsabilidad.
Este artículo explora por qué es importante que los niños puedan elegir, cuándo comenzar a fomentar esa autonomía, cómo hacerlo de manera segura y cuáles son los beneficios a largo plazo.
¿Por qué es importante dejar que los niños tomen decisiones?
1. Fomenta la autonomía
Darles la posibilidad de elegir contribuye a que los niños se sientan capaces de influir en su entorno, lo cual fortalece su autoestima y su sentido de competencia personal.
2. Refuerza la autoestima
Cuando un niño ve que sus elecciones son tomadas en cuenta, se siente valorado y respetado, lo que refuerza su confianza.
3. Desarrolla el pensamiento crítico
Elegir implica evaluar opciones, anticipar consecuencias y asumir responsabilidades. Es un ejercicio de razonamiento, reflexión y aprendizaje emocional.
4. Mejora la cooperación
Los niños que participan en las decisiones cotidianas suelen mostrarse más dispuestos a colaborar, ya que sienten que forman parte activa del proceso familiar.
5. Previene conductas desafiantes
La necesidad de controlar o rebelarse muchas veces surge como reacción a una crianza demasiado autoritaria. Al ofrecer elecciones dentro de límites adecuados, se reduce la necesidad de “luchar por el poder”.
¿Cuándo comenzar a dejarlos elegir?
Desde los 2 años, con opciones simples
Incluso desde muy pequeños, los niños pueden comenzar a hacer elecciones básicas. A esta edad no se trata de tomar grandes decisiones, sino de ejercitar la capacidad de elegir dentro de un marco seguro.
Ejemplos:
- “¿Quieres usar la camiseta roja o la azul?”
- “¿Prefieres comer la banana o la manzana?”
- “¿Quieres bañarte ahora o después de leer un cuento?”
Este tipo de elecciones refuerzan la sensación de control y respeto por sus preferencias, sin perder el rol adulto de guiar.
De los 4 a los 6 años, elecciones con más variables
A esta edad, los niños ya pueden comprender más consecuencias, por lo que se puede aumentar la complejidad de las decisiones.
Ejemplos:
- “¿Qué merienda prefieres preparar hoy?”
- “¿Qué quieres llevar al paseo?”
- “¿Te gustaría invitar a alguien a jugar este fin de semana?”
A partir de los 7 años, decisiones con consecuencias visibles
Es un buen momento para comenzar a hablar sobre la relación entre elecciones y consecuencias.
Ejemplo:
“Si decides no abrigarte, puede que sientas frío en la plaza. ¿Qué prefieres hacer?”
No se trata de dejar todo en sus manos, sino de ayudarlos a prever y reflexionar sobre sus elecciones, acompañando el proceso.
¿Qué tipo de decisiones pueden tomar los niños según su edad?
Edad aproximada | Tipos de decisiones posibles |
---|---|
2 a 3 años | Ropa, merienda, juguete para llevar |
4 a 5 años | Actividades, cuentos, tareas sencillas |
6 a 7 años | Organización de la mochila, planificación de juegos |
8 a 10 años | Distribución del tiempo libre, resolución de pequeños problemas |
11 años en adelante | Manejo de dinero, decisiones sobre amistades, rutinas personales |
Cómo acompañar el proceso de toma de decisiones
1. Ofrecer elecciones limitadas
No se trata de preguntar “¿Qué quieres hacer?”, sino de dar opciones dentro de un marco que el adulto ya definió.
Ejemplo:
“Tenemos lentejas o arroz para almorzar. ¿Cuál prefieres?”
2. Respetar sus elecciones
Una vez que el niño elige, es importante respetar esa decisión siempre que sea posible. Cambiarla o desautorizarla puede hacerle sentir que su opinión no cuenta.
3. Conversar sobre consecuencias
Ayuda a anticipar los efectos de sus decisiones sin amenazar ni castigar. El objetivo es enseñar, no controlar.
Ejemplo:
“Si decides no hacer la tarea ahora, tendrás que hacerla después del parque. ¿Qué prefieres?”
4. No intervenir todo el tiempo
Permitir que se equivoquen es parte del aprendizaje. Siempre que no haya riesgos reales, es mejor acompañar desde el margen y ayudar a reflexionar luego.
5. Evitar sobrecargarlos
Elegir constantemente puede ser agotador. No hace falta que elijan todo. Elige qué momentos son claves y respeta sus ritmos.
Qué evitar
- Dar demasiadas opciones: “¿Qué quieres cenar?” puede ser abrumador. Mejor: “¿Pizza o sopa?”
- Ofrecer opciones no reales: No prometas elecciones que no puedes cumplir.
- Presionar para que elijan rápido: Algunos niños necesitan más tiempo para pensar.
- Juzgar sus decisiones: Evita frases como “Eso es una tontería” o “Así no vas a aprender nunca”.
- Cambiar la decisión por ti mismo: Si le permites elegir y luego ignoras su decisión, estás invalidando el proceso.
Beneficios a largo plazo
- Desarrollo de la autonomía
- Mejores habilidades de resolución de problemas
- Mayor capacidad para manejar la frustración
- Autoestima sólida
- Mejor preparación para tomar decisiones en la adolescencia y adultez
- Mayor responsabilidad personal
¿Y si mi hijo no quiere decidir?
Algunos niños pueden mostrar inseguridad o miedo a equivocarse. En ese caso:
- Ofrece opciones muy concretas
- Acompaña con frases de apoyo (“Confío en que sabrás elegir”)
- Valora el esfuerzo de decidir, no solo el resultado
- Asegúrate de que el entorno no sea demasiado crítico
Con el tiempo, y con un entorno seguro, los niños irán ganando confianza en sus capacidades.
Conclusión: dejar elegir también es educar
Permitir que los niños tomen decisiones no es perder autoridad, es transformarla en guía respetuosa y activa. Es confiar en sus capacidades y ofrecer un espacio donde puedan ensayar, equivocarse, aprender y crecer.
Criar con respeto también implica renunciar a cierto control y entender que nuestros hijos no son extensiones nuestras, sino personas en formación que merecen practicar desde pequeños una de las habilidades más importantes de la vida: decidir.
Porque educar para la autonomía es, en última instancia, enseñar a vivir con libertad y responsabilidad.